24.6.13

Tahú


Algunas noches salía de su alcoba y sentía el frío resquebrajándole el rostro, no sabía por qué pero caminaba en círculos cada vez más grandes al rededor de su casa. Sentía que no era él y sin embargo; el reflejo en charcos de agua lo asombraban, era él, pero más alto, más fuerte, más extraño

Una de tantas noches se sobresaltó, vio en su camino algo inusual. Era ella, Pochacca, la princesa vampira que lo tenía mal. La que con un beso-no precisamente de amor-lo había convertido en un tahú, un ser misteriosamente humano, un vampiro sin colmillos, sin aliento, desganado.

Fue entonces cuando supo qué era lo que estaba pasando. Sí, claro, lo recordaba todo más claro.

Esa noche después del concierto caminó en las calles del centro, la vió sentada llorando a los pies de la entrada del majestuoso palacio de Bellas Artes. Su belleza lo cautivó desde el inicio.

Se acercó con mucha cautela pero sabiendo que tal vez ella necesitaba un hombro donde llorar. Le saludó, le preguntó que le sucedía, ella a medias, entre llantos y suspiros explicó que estaba perdida, que no recordaba nada y que no sabía hacia donde iba.

Él dándose cuenta de la magnitud de aquél olvido decidió llevarla a su casa mientras averiguaban que era lo que en realidad pasaba. Al pasar por Garibaldi ella le dijo que la abrazara, él lo hizo y entonces, de pronto todo se confundió, se volvió negro, se nubló. Sí, claro-pensaba él-fue entonces cuando me mordió, cuando me convirtió en esta subespecie de vampiro, que no es ni humano ni hematófago.

Corrió hacia ella, la tomó de la cintura y le preguntó por qué aquella noche había desaparecido de aquella forma, que qué era lo que le había hecho. Se soltó a llorar, se hincó a sus pies y le rogó que lo sacara de aquel estado de deslucidez.

Ella-más perversa que serena-lo miró, lo tomó de las manos y respondió:

-Soy sólo tu muerte, mi amado Alejandro. Te reduje a un simple tahú para que me ames eternamente.

Él sin saber qué más hacer, tomó la daga que yacía entre sus manos y se la clavó sin sufrimiento ni espanto entre los ojos.

Así, aquella Pochaca desapareció, no creo más tahú´s pero el hombre vampiro aún acecha por las calles del universo.

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